En estos últimos años, no son pocos los que deciden volver a sus orígenes. Si en los 60 el viaje fue del pueblo a la ciudad, este nuevo siglo ha traído en su primera década la vuelta de la ciudad al pueblo. Aunque hay quienes nunca lo olvidaron y lo llevaron siempre en el corazón. Es el caso de Heraclio Palomino, un castromochino que nos ha dejado en este soleado día de mayo.
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Heraclio nació en Castromocho. Vivió algunos de sus años mozos en El Sindicato, ya que sus padres regentaron un tiempo el bar. De aquel lugar tenía buenos recuerdos y también algunos tristes, la vida es así. Algunas de esas fotografías que guardaba en su memoria las compartió con nosotros hace algunos años. Cuando Castromocho presentó su bandera y su escudo, él fue la voz de los que marcharon del pueblo y, aunque se salió del guión pautado, emocionó a los presentes.
A Heraclio le gustaba escuchar música de violín mientras rezaba en Santa María a la Reina de Los Ángeles. Pero sobre todo le gustaba ayudar, ayudar a los demás, algo que hizo en Vitoria, ciudad en la que vivía y en la que ayudó a tantas personas a través de su labor en el Banco de Alimentos. Tenía un corazón grande lleno de cariño para su familia, vecinos, amigos y también desconocidos. Descansa en paz Heraclio.
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