jueves, 28 de octubre de 2010

TADEA ARIAS, una castromochina en la web del Museo del Prado

El pasado año 2007 el Museo del Prado organizó una exposición titulada 'El retrato Español en el Prado: 'Del Greco a Goya'.
Entre los lienzos de los fondos del museo que formaron parte de esa muestra que recorrió varias ciudades se encontraba Tadea Arias de Enríquez, una castromochina nacida en 1770 a la que Goya pintó en 1789, cuando sólo tenía 19 años.


Ahora, la pinacoteca ha publicado en su página web una visión multimedia de la exposición en la que destaca el lienzo de Goya, su procedencia y el nacimiento de la retratada, Tadea Arias de Enríquez en Castromocho en el año 1770.

Procedencia: colección de Tadea Arias de Enríquez, Madrid; a su muerte, en 1855, pasa a sus herederos; legado por éstos al Museo del Prado en 1896.

La retratada fue identificada gracias al escudo de armas, tan detallado, que hay en el ángulo inferior izquierdo del lienzo, como Tadea Arias, nacida en Castromocho, Palencia, en 1770. Casó con un capitán retirado del regimiento de América, don Tomás de León, pero al enviudar volvió a casarse, en 1793, con Pedro Antonio Enríquez y Bravo, capitán de la Compañía de Infantería de la Costa y regidor perpetuo de Vélez-Málaga, donde residió la retratada. Volvió a enviudar Tadea y contrajo matrimonio, por tercera vez, con Fernando Villanueva y Pardos.

El escudo, que une las casas de Arias y León, indica que el retrato fue realizado seguramente en tiempos de su primer matrimonio y pintado quizá con ocasión del mismo en 1789. El primer marido había pertenecido a uno de los regimientos del duque de Osuna, y su hermano era administrador de los bienes de la familia de la duquesa en Jabalquinto, por lo que tal vez de ahí parte la relación de Tadea Arias, de mediano abolengo, con un artista que trabajaba por entonces para los Osuna.

El retrato presenta a la dama de cuerpo entero, vestida a la moda de ese periodo, con un bata de gasa transparente, amplia banda de gasa negra a la cintura y el pelo con los rizos abundantes a la moda francesa. En pie en un jardín, al fondo aparece un gran jarrón de mármol blanco con un escudo en el frente, sugiriendo este espacio el palacio donde residía doña Tadea. Goya (1746-1828) había pintado en 1786 el espléndido retrato de la marquesa de Pontejos (Washington, National Gallery), de características similares, aunque de evidente originalidad, técnica brillante y profundo estudio psicológico de la joven. A

Ahora, en el retrato de la dama de menor alcurnia, su autor siguió al pie de la letra un modelo tomado de una estampa inglesa, de elegancia amanerada y convencional en el gesto de ponerse el guante. Todo ello unido al colorido de tonalidades verdosas grisáceas, algo frías, así como lo inexpresivo del rostro y el cuidado minucioso en detalles como los bordados del vestido o el escudo de armas, hacen pensar en la intervención en esta obra de otro de los retratistas favoritos de la casa de Osuna y amigo de Goya, Agustín Esteve ( 1753 -h. 1820), con cuya técnica pictórica tiene aquí indudables semejanzas.

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