Nadie está preparado para decir adiós a un ser querido, ni siquiera cuando sabes que una enfermedad ha hecho mella en la salud de esa persona. No queremos dejarles marchar, pero a veces pasa, es algo que aunque no queremos aceptar, va con la vida.
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Lo que queda tras la despedida son los recuerdos, los buenos momentos y en este caso la sonrisa de un hombre entrañable, siempre pendiente de sus padres, deseoso de seguir aprendiendo de ellos, también de su hermana, de su sobrino y emocionado al saber que sería tío abuelo de una niña con unos ojos preciosos.
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Una niña a la que seguro le dirán que tiene los ojos de su bisabuelo y de su tío Doro, unos ojos tan azules como el cielo de las tardes de verano en Castromocho, esas de las que tanto disfrutaba en La Solana.
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Unos ojos, Doro, que se han cerrado, pero no para siempre, sólo hasta que nos volvamos a ver.
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El funeral por el eterno descanso de Doro Gago tendrá lugar este viernes a las 17h
en la parroquia de San Esteban de Castromocho
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