La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha declarado el año 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar. Desde ASAJA (Asociación agraria de jóvenes agricultores) han decidido apoyar el modelo de explotación familiar, en el que principalmente se fundamenta la agricultura en la Comunidad de Castilla y León.
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Con la intención de apoyar la agricultura familiar, la que se transmite de padres a hijos, han puesto en marcha una actividad por la que cada mes entrevistan a una familia de la Comunidad para que de a conocer cómo es su día a día y su trabajo. Y este pasado mes de junio la familia escogida ha sido la que forman nuestros vecinos Florencio, Angelines y Antonio.
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La Familia Caballero Clérigo, agricultores de Castromocho, Palencia. Son los escogidos tras el paso de familias de Segovia, Soria, Valladolid o Salamanca y han sido entrevistado por Teresa Sanz Nieto, que destaca de la entrevista que 'La agricultura antes era un trabajo más físico y ahora más técnico'.
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En la entrevista realizada a nuestros vecinos, que puede localizarse en la web y también en la página de Facebook de ASAJA se hace un retrato bonito de nuestro querido Castromocho, en el que Angelines y Florencio, acompañados por su hijo Antonio continúan con la tradición familiar, de Padres a Hijos.
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La Familia Caballero Clérigo, agricultores de Castromocho, Palencia. Son los escogidos tras el paso de familias de Segovia, Soria, Valladolid o Salamanca y han sido entrevistado por Teresa Sanz Nieto, que destaca de la entrevista que 'La agricultura antes era un trabajo más físico y ahora más técnico'.
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En la entrevista realizada a nuestros vecinos, que puede localizarse en la web y también en la página de Facebook de ASAJA se hace un retrato bonito de nuestro querido Castromocho, en el que Angelines y Florencio, acompañados por su hijo Antonio continúan con la tradición familiar, de Padres a Hijos.
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Al suroeste de Palencia
está Castromocho, un pueblo pequeño y bien cuidado, a pocos kilómetros de la
capital. Allí nacieron y siguen viviendo Angelines y Florencio. Cuando eran
niños, en los años cincuenta, en el pueblo había casi mil vecinos, fundición y
dos fábricas de harina; hoy quedan unos doscientos, y la agricultura es el
motor económico principal de la zona.
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El matrimonio, además de tres hijos, comparten
un amor profundo por el campo. A Florencio (63 años) le mandaron de niño a
estudiar fuera, y de jovencito a Barcelona, a trabajar en una tienda. “Pero a
mí me gustaba la agricultura, y me gustaba ya mi mujer, y en cuanto pude me
saqué el carné y me puse con el tractor”, comenta. Empezaron con lo puesto y un
par de tierras arrendadas, con chotos y ovejas; luego se centraron en la
agricultura, primero de secano (cereal, girasol), y luego de regadío
(alfalfas, maíz, guisantes), cuando Castromocho pudo beneficiarse del agua
del ramal de Campos del Canal de Castilla. En cuanto pudo, Florencio puso el
primer pívot de la comarca:“algunos decían que estaba loco, pero yo siempre he
tenido mucha confianza en que la agricultura tiene futuro, y la prueba es que
hoy todos los que tienen la agricultura un poco curiosa tienen uno”. Y así,
año a año, fueron cayendo préstamos, parcelas, maquinaria, y muchos días de
“levantarse muy pronto y acostarse muy tarde, sin coger vacaciones hasta hace
cuatro años, que les tocó un viaje que sorteaba ASAJA-Palencia a la playa y
les gustó tanto que desde entonces salen una semanita todos los veranos. -
En su caso bien vale aquello de “tanto monta, monta tanto”. Ambos
son titulares, tienen sus propias explotaciones, y comparten al cien por cien
la tarea, con total compenetración. Si Florencio se va a segar el forraje y ni
se acuerda de parar a comer, a Angelines (62 años) no le duelen prendas de
pasar la tarde del domingo con el tractor “eso sí, después de haber ido al
misa y tomado el vermú”. Y no se lanzado a la ganadería “porque mis hijos no
me siguen, porque a mí me encantan los animales y en casa de mis padres hice
muchas veces queso”, explica.
Lo único que se les resiste de la profesión son los vericuetos de
la tecnología, GPS y demás, de los nuevos tractores. Pero para eso ya cuentan
con la ayuda del pequeño de sus hijos, Antonio, que, a sus 28 años, lleva ya
casi diez en la agricultura, “un trabajo que antes era más físico y ahora más
técnico: en menos tiempo haces más cosas”. Considera, como para otros muchos
jóvenes, que el mayor inconveniente son las grandes inversiones que hay que
hacer, “y el retraso con el que llegan las ayudas: si no te respaldan, es imposible
afrontar los créditos”. Aun así, confía en “poder vivir toda mi vida aquí:
estoy contento en el campo”.
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Además de la entrevista,se ha publicado un reportaje visual en el que nuestros apreciados vecinos nos hablan de sus experiencias y de la tradición agrícola en su familia.
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Además de la entrevista,se ha publicado un reportaje visual en el que nuestros apreciados vecinos nos hablan de sus experiencias y de la tradición agrícola en su familia.
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